"BARNABITAS ESPAÑA"


AL SERVICIO DE LA IGLESIA

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Cuando el Espíritu suscita una nueva Con­gregación, no es para cerrarse en sí misma, sino para ponerla al servicio de la Iglesia.

Puede ser un servicio humilde, como el de la raíz para la planta o un desplegar de ramas con hojas y frutos.


Mons. Raimundo Recrosio

Nuestra Familia Religiosa -aunque reduci­da en el número de sus miembros- ha dado, sin embargo, una preciosa y, a veces, determi­nante colaboración a la Iglesia.

Cuerpo ligero, dispuesto a ser enviado a cualquier lugar para cumplir toda necesidad -como los antiguos « Velites» que se introducí­an entre legiones y legiones- para dar por do­quier su contribución eficaz y oportuna. No podía olvidar que s. Antonio Mª Zaccaría le había dado al Apóstol Pablo, como «guía y padre».


Se ha sentido siempre aguijoneada por las palabras de su Fundador: «Corred como locos, no sólo hacia Dios, sino también hacía el projimo» (c. II).

Desde Milán, donde habían nacido, a las ciudades de Italia, a las Iglesias de Europa, Asia, América, África y hasta las recientes fundaciones de Polonia, Filipinas y Albania, siempre los Barnabitas han sido «colaborado­res» de los Obispos (Const. IV).

Han estado presentes en el amplio abanico de las más variadas actividades y lugares:

§         Misiones populares (Dirección de Semi­narios), misiones diplomáticas.

§         Actividades educativas (Colegios, Escue­las, Pensionados Universitarios) y cultu­rales.

§         Parroquias, casa de Ejercicios Espiritua­les, Centros Sociales y Orfelinatos.

§         Misiones entre los no cristianos; en algún caso derramando su sangre.

El carisma originario -en esta múltiple serie de prestaciones apostólicas- ha estado siempre animado por una vigilante atención a los tiempos y abrazado con riqueza y finura de espíritu. Normalmente ha sido una <presencia discreta y una labor sin ruido» (P. A. Gentile).

Impresionante el numero de los nombra­mientos de Obispos Barnabitas, tenida cuenta de lo reducida que siempre ha sido nuestra Congregación. Haremos memoria de algunos de estos servidores de la Iglesia.

OBISPOS

Impresionante el número de los nombramientos de Obispos Barnabitas, si se tiene en cuenta lo reducida que siempre ha sido nuestra Congregación:

 

1.      San Alejandro Sauli: 1534-1592  (Ver Santo)

2.      Ven. Carlos Bascapé: 1550-1615 - Hombre de Dios -de cultura y de gobierno, Padre General de la Congregación y Obispo de Novara (Italia). Jurista y prestigioso historiador. Dio forma definitiva, en una clásica versión latina, a las Constituciones de la Congregación (1579). Secretario de S. Carlos Borromeo; de él escribió la primera y más representativa biografía que Pablo VI regaló a todos los Obispos del Concilio Vaticano II.

3.      Ven. Cosme Docena: 1548-1620 - Nombrado (muy a pesar suyo) Obispo de Tortona (Italia) por Pablo V. Capitán en Le­panto (1571) al mando de Juan de Austria; hombre de confianza de Felipe II. Por cinco veces Superior General, abrió a la Congre­gación el campo de la Educación de la Ju­ventud. Intimo amigo de S. Felipe Neri (1515-1595), S. Francisco de Sales (1567-1622) y S. Carlos Borromeo (1538-1584). Buscó siempre y sólo la gloria de Dios.

4.      Ven. Mons. Cristóbal Giarda: 1595-1649 - Obispo de Castro (Italia). Fue decisiva su aportación para la Canonización de San Francisco de Sales. Derramó la sangre por su devoción y obediencia a la Iglesia. Al caer bajo los balazos de los sicarios, dijo: «¡qué favor; Señor! Me has juzgado digno de padecer algo por Ti y por Tu Santa Iglesia».

5.      Mons. Justo Guerin: 1578-1645 - Amigo íntimo -consejero y después sucesor- de San Francisco de Sales en la Diócesis de Ginebra y en la dirección espiritual de Santa Francisca Fremiot de Chantal, Fundadora de la Orden Contemplativa de la « Visitación».

6.      Mons. Raimundo Recrosio: 1657-1782 - Obispo de Niza (Francia), Catedrático de Fi­losofía y Teología. Entre los primeros propa­gadores del culto al Sagrado Corazón de Je­sús. En su vida reflejaba la dulzura y la ama­bilidad de San Francisco de Sales.

7.      Mons. Francisco (Arborio) Gattinara: 1658-1743 - Obispo de Alejandría y Turín. Destacó por su celo en pro de la formación espiritual y cultural del clero. Animó, dirigió y, final­mente, impuso el hábito religioso a San Pa­blo de la Cruz, fundador de los Pasionistas (21-11-1721).

8.      Mons. Pablo Nerini: 1711-1756 - Vicario Apostólico en Oriente. Incansable y heroico misionero en Birmania. Derramó su sangre para defender el honor de las mu­jeres refugiadas en su Iglesia.

9.      Mons. Mario Giardini: 1877-1947 - Delegado Apostólico en Japón; Arzobispo de Ancona (Italia). Destacó por su intensa ac­ción pastoral y exquisita finura en la forma­ción de los llamados a la vida religiosa.

CARDENALES

 El siglo XIX es la «edad de oro» de la participación de los Barnabitas en el gobierno de la Iglesia, «La serie de Cardenales Barnabitas sigue sin interrupción» (Pío IX).

Card. J. Segismundo Gerdil      Es el siglo que recibe la herencia de la Ilus­tración y del Jansenismo, cuyos principios de­sembocaron en la revolución Francesa (1789)y en la supresión napoleónica de las Ordenes Religiosas (1809).

En este período tan crítico para la Iglesia, destaca la presencia y la actividad -a menudo de alta responsabilidad- de los Hijos de S. An­tonio Mª Zaccaría (Cardenales: Gerdil - Fon­tana - Lambruschini - Bilio).

Recordaremos en orden cronológico los 7 purpurados que sirvieron a la Iglesia y honra­ron a la Congregación.

 

1.      Jaime Antonio Morigia: Milán, 1633-Pavía, 1708

Primer Barnabita honrado con la Púrpura, aceptada, sin embargo, solo por obediencia. Obispo de San Miniato, Florencia, Pavía. Destaca en la enseñanza y por la habilidad y prudencia en el gobierno.

Como Cardenal Arcipreste de la Basílica de Santa María Mayor, abrió y cerró la puerta del Jubileo del 1700. Fue enterrado al lado de su cohermano, el Obispo de Aleria (Cór­cega) y Pavía, San Alejandro Sauli.

 

2.      Segismundo Gerdil (Samoens): Francia 1718, Roma 1802

«Campeón de la cultura». Pensamiento ver­sátil y profundo en los campos de la Apolo­gética, Teología, Pedagogía y Matemáticas. Síntesis armónica de razón y fe; de erudi­ción formidable y piedad humilde y sencilla. Amó la Congregación que honró con su inge­nio, rectitud de vida y producción científica. Sólo el Veto de Austria impidió que fuese elegido Papa a la muerte de Pío VI (1799).

 

3.      Francisco Fontana (Casal-mag­giore): Cremona 1750, Roma 1822

Inteligencia brillante, cultura amplia y pro­funda. Amor y fidelidad heroica a la Iglesia. Siguió a Pío VII en su doloroso destierro en Francia (1809).

Es el 49 General de la Congregación. Ha sido llamado el «Segundo Fundador» por ha­ber restaurado la Congregación, después de la supresión Napoleónica (1810). Siguió siendo Superior General, también después de su elevación al Cardenalato.

«Felicitamos a los Barnabitas, por tener tan grande General» (Pío VII).

 

4.      Antonio Caldolini:  1770 - Ancona, 1850

Obispo de Cesena y de Ancona. Orador presti­gioso, solicitado por las más grandes ciudades de Italia. Su «Cuaresmal» en la Basílica de Santa Maria Mayor (Roma) fue recordado, acuñando una medalla de oro.

 

5.      Luis Lambruschini: Sestri levant - Gé­nova, 1776 - Roma, 1854

Fue el Barnabita que asumió las responsabi­lidades más altas de Gobierno en asuntos del Papado e Iglesia: Arzobispo de Génova, Nun­cio en París, Secretario de Estado de Grego­rio XVI (el más alto cargo después del Papa). Tuvo un papel importantísimo en la defini­ción del Dogma de la Inmaculada (1854). Como para el Cardenal Gerdil, sólo el Veto de Austria le impidió ser el sucesor de Gre­gorio XVI.

 6.      Luis Bilio: Alejandría, 1826 - Roma, 1884

Cardenal y Obispo de Sabina. Presidente de la comisión dogmática del «Vaticano Iº». Su vida ha sido: trabajar, rezar, estudiar siempre y a tope. Amante de Dios y buscador de la verdad.

Frente a esta síntesis luminosa de cultura, fe y piedad, alguien se preguntó si «fue la púrpura cardenalicia a honrar al Barnabita o el Barnabita a honrar la púrpura».

 

7.      José Graniello: Nápoles, 1834 - Roma, 1896

Cronológicamente es el último Cardenal Barnabita. Teólogo, Canonista, historiador de la Iglesia. Amó intensa y fielmente a la Congregación. A él se debe la reintegración del culto al fundador.

A la intuición segura y a las rápidas soluciones de los asuntos, supo unir profunda mo­destia y amor impresionante a la pobreza...

*****

Todo Barnabita es, por vocación, un servi­dor de la Iglesia. Muchos, sin embargo -aun­que no honrados con la plenitud del Sacerdocio (Obispos) ni con la púrpura cardenalicia-han destacado en el servicio fiel y constante a la Iglesia. Vaya a ellos toda nuestra admira­ción y gratitud Aquí haremos memoria sólo de tres:

 

1.      P. Carlos José: 1739 Quadrupani, 1807

Célebre y finísimo educador de almas.

Su obra: «Documentos para tranquilizar las almas», tuvo más de 30 ediciones -vivo él- e innumerables ediciones y traducciones después de su muerte.

 

2.      Carlos Vercellone: 1814-1869

Teólogo eminente, biblista internacionalmente conocido y valorado por sus « Varian­tes de la Vulgata» (1860) y por la Edición del «Código Vaticano» (1857)

 

3.      Luis Villoresi: 1814-1883

Su servicio fue «regalar» a la Iglesia más de 600 sacerdotes con la creación de un Semi­nario para Vocaciones pobres. En su entierro estuvieron presentes 500 sacerdotes y 300 clérigos.


























































                   
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